CUENTO DE AUTOR MISIONERO "TOMY Y EL HADA AZUL"


Tomy y el hada azul
AUTORA: SARA GAUVRY

Hacìa varios días que Tomy estaba allí, en un cuarto del primer piso del hospital. tenìa una enfermedad muy delicada y le llevaba mucho tiempo recuperarse. Una mañana, luego de una inyección,la enfermera de turno le permitió levantarse y sentarse junto a la ventana por donde podía ver parte de los jardines, sentir el tibio solcito de otoño y una leve brisa que hacia revolotear las hojas de los arboles vecinos.
Estaba entretenido observando ese paisaje.
De pronto, sintió que la brisa se convirtió en un viento fuerte que, como un remolino, entro a la habitación formando sobre la mesa de luz una extraña montañita de pequeñas mariposas azules. tembloroso se levantò, se acercò para verla mejor y ya estaba por tocarla cuando saliò de ella un duendecito, también de color azul, le sonrió, le hizo una reverencia y pìcaramente le guiñò un ojito. En una de sus manitos llevaba una varita dorada con la que comenzó a hacer círculos en el aire, llenando todo el ambiente de dulces aromas y mariposas de todos los tonos azules. ¡Parecía una fiesta!
 Tomy aùn no salìa de su asombro cuando vio cómo con graciosos saltos su mágico amigo se acercó a la puerta, rozándola apenas con su varilla la abrió y apareció, entonces  una maravillosa figura, llena de luz. ¡un hada! ¡no podía creer!
La recién llegada se acerco al niño pronunciando suavemente su nombre, se sentó en un viejo sillón que allí había, lo recostó en su regazo y, mientras lo acariciaba con dulzura, comenzó a cantarle canciones que Èl recordaba haberlas escuchado desde muy pequeño.
Nuestro amiguito la miraba sorprendido. Quiso preguntarle quién era, cómo se llamaba, de donde venìa...¡Pero no le salían las palabras! solo notò que con cada caricia suya su cuerpito se aliviaba, los pinchazos ya no le dolían se sentía mejor...¡Estaba mejor!
 El duendecillo traviezo saltò sobre sus rodillas, mirò cómplice y sonriente al hada azul y, en un solo movimiento tocò el pecho del niño con su brillante varita. Fue entonces cuando Tomy... ¡despertó!!! ¡si!!! ¡despertó!!! ¡todo no había sido mas que un sueño!!! bueno... ¡todo, todo noo!!! pues Tomy seguía sentado en el regazo del hada azul que, ¡oh sorpresa! ¡¡¡era su abuela!!! que lo arrullaba amorosamente calmando sus dolores.

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